Daniel Scioli ya visitó una docena de municipios. Florencio Randazzo alterna fotos y caminatas. Sergio Massa y Margarita Stolbizer lanzaron su primera propuesta. ¿Y Cambiemos? Con todo por ganar y perder en la provincia de Buenos Aires, el oficialismo pisó el acelerador y multiplicó las recorridas de campaña de ministros y referentes, para sostener la mano de sus candidatos. En particular, los esfuerzos se concentraron en el conurbano y, sobre todo, en los municipios gobernados por el kirchnerismo.
Fiel a su costumbre de renombrar y sistematizar la política, Cambiemos llama «voceros» a cada funcionario o legislador que se anota para recorrer un distrito y «vocería», a cada una de sus incursiones. Y registra cada movimiento. Así, contabilizó más de mil vocerías el año pasado; en lo que va de 2017 ya realizó más de 200 y sumará entre tres y cuatro recorridas por día durante mayo. Sólo en la provincia.
También clasifica y contabiliza a los funcionarios que se ponen a disposición de la campaña: hasta el mes pasado, el equipo de María Eugenia Vidal contaba con la ayuda de 16 voceros nacionales y 42 provinciales. «Pero se van a multiplicar, porque a los ministros se sumarán ahora secretarios y subsecretarios», se entusiasman en La Plata.
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Cambiemos enfocó sus recorridas por la tercera sección (el sur y el oeste del conurbano) y la primera (norte y noroeste). Pero, más que nada, desplegó sus voceros por los distritos del kircherismo.
Así quedó claro la semana pasada. El lunes, por ejemplo, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, recorrió el barrio Pablo Nogués de Malvinas Argentinas, que gobierna el kirchnerista Leonardo Nardini, junto a Albi Czernikowski, funcionario/celebrity que aspira a una candidatura. Con diferencia de minutos, el diputado nacional Eduardo Amadeo caminaba con Agustina Ciarletta por San Fernando, distrito del massista Luis Andreotti.
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Al día siguiente, Bullrich visitaba Moreno (gobierna el camporista Walter Festa), junto al candidato local Aníbal Asseff, mientras Sergio Bergman, ministro de Ambiente, recorría Villa Tesei, en Hurlingham, con el subsecretario Lucas Delfino, que quiere enfrentar al intendente Juan Zabaleta, del FPV.
El ministro de Cultura, Pablo Avelluto, bajaba un día después a Almirante Brown (gobierna Mariano Cascallares, del FPV) junto al ex titular del PAMI y referente local Carlos Regazzoni; mientras el ministro de Salud, Jorge Lemus, visitaba el PAMI de Ituzaingó (gobierna el kirchnerista Alberto Descalzo), de la mano de Gabriel Pozzuto.
El esquema se repetirá la semana próxima: el equipo de Vidal agendó recorridas con los ministros Francisco Cabrera (Producción), Rogelio Frigerio (Interior), Oscar Aguad (Comunicaciones), Andrés Ibarra (Modernización), Germán Garavano (Justicia), repeticiones con Bullrich, Bergman y Lemus, y sumará las presencias de Emilio Basavilbaso, de la Anses, y Juan Curuchet, titular del Bapro, entre otros.
La tarea de definir dónde y quiénes harán las vocerías corre por cuenta de un equipo que tiene tres caras visibles: el jefe de Gabinete de Vidal, Federico Salvai; el secretario de Comunicación, Federico Suárez; y el subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell.
Suárez es quien maneja las encuestas de Pro y, por ende, el encargado de detectar dónde mide mejor o peor Cambiemos y a qué candidatos locales es necesario ayudar. Campbell debe lidiar con los pedidos de auxilio de los referentes locales y las invitaciones a los funcionarios. Salvai coordina el conjunto.
Los voceros más requeridos
Además de Vidal y el presidente Mauricio Macri, el podio de los «voceros» más reclamados lo completa el jefe de Gabinete, Marcos Peña. No tiene el nivel de conocimiento de los dos primeros, pero su presencia garantiza salidas en los medios y ratifica el liderazgo local del bendecido. Carolina Stanley (Desarrollo Social) y Jorge Triaca (Trabajo) son otros de los ministros más pedidos.
Por su tarea, algunos ministros multiplican apariciones. Bullrich (Seguridad) es el mejor ejemplo. También sucede lo contrario: Juan José Aranguren (Energía), identificado con el aumento de tarifas, no es muy requerido. Lo mismo que Alberto Abad: nadie quiere tocar el timbre de sus votantes de la mano del jefe de la AFIP.
– LA NACION