Vancouver, culta y relajada

Es la joya del oeste de Canadá. Una ciudad multiétnica llena de espacios verdes, arquitecturas de vanguardia, espléndidos museos y obras de arte a cielo abierto, con una ubicación privilegiada sobre la costa del Pacífico entre islas y montañas, y una calidad de vida envidiable.
Por Rossana Acquasanta.

Bird of Spring, copia en bronce de la obra realizada en piedra jabón por Abraham Etungat, escultor inuit en Vancouver.
Se besan en medio de la muchedumbre. Dan unos pasos breves y vuelta a besarse. Enamoradísimos se los ve. Al menos hoy (domingo), ahora (dos de la tarde), aquí (en el mercado de Granville Island) y bajo un sol radiante. Ella es asiática y alta; él, negro pelo mota y más alto. Un peruano (presumiblemente) y una pelirroja que le lleva media cabeza también se mueven lento entre la muchedumbre, absortos en la tarea de reconocerse, manos entrelazadas de por medio. Un padre solitario –muy rubio él– se ocupa de entretener y alimentar a su hijita de tez oscura, ojos negros profundísimos y no más de cuatro, ambos sentados en posición de loto sobre el pasto tierno. En el banco que mira hacia False Creek, tres hombres de rasgos medio-orientales intercambian monosílabos sin mirarse, la vista puesta en el agua, en el ir y venir de los ferries, mientras fuman y mordisquean frutos secos. Dos bellezas femeninas no logran desatar el nudo del abrazo. Aquí, en Vancouver, lo más común es el entrevero de nacionalidades y géneros. Turistas y locales pasean por el camino costero, colman mesas al aire libre y puertas adentro. Por momentos no cabe un pie entre tanta humanidad que habla, come, se toca, bebe, ríe, deja el cuerpo en el mismo lugar y la mente en otra parte… Es domingo y está soleado. Es euforia de la mejor. En el interior del mercado donde también cunde el entusiasmo, sucede la vida de todos los días, pero hoy, más. Los puestos desbordan tentaciones. Granville Island es una necesidad colectiva bajo el sol del domingo.

Foto: Paseando pro Granville Island en Vancouver.
Pero además de su carácter multiétnico, Vancouver tiene otros “máses” en su haber. Es el núcleo urbano más poblado de British Columbia, el tercero de mayor importancia de Canadá, y sigue estando a la cabeza de las cinco ciudades más seguras del mundo. Cunde el relax existencial en proporción con la disponibilidad espacial: alrededor de 603.500 habitantes desparramados en una superficie de 115 km2, beneficiados con una abundancia de áreas verdes entreveradas con los barrios y extendidas por fuera de ellos hasta alcanzar la expresión mayúscula del Stanley Park, de 405 hectáreas y 22 km de bicisendas. Agua salobre por delante y profusión vegetal por doquier. Nada más fácil entonces que enamorarse de Vancouver, donde hasta el clima es valorado como el más amable de esa inmensidad territorial del norte americano. Por supuesto que en pleno invierno nieva y la temperatura puede rondar los -17° C temprano en la mañana, pero el verano es un placer: entre 17° y 34° C, e igual que en San Francisco, por las tardes sopla la fresca que arrima el Pacífico. No hay que pensárselo demasiado.

EL ABECÉ DE LOS BARRIOS
En rigor, Granville Island no se trata de una isla, sino de una península que se detecta del otro lado de False Creek (que tampoco es un arroyo falso, sino un fiordo, esa entrada del mar estrecha y profunda que inventaron los glaciares del cuaternario), territorio donde los pueblos aborígenes solían sacar buen partido de la abundante pesca. Luego llegaron los hombres blancos (mediados del siglo XIX), lo bautizaron Granville, en 1915 redefinieron su destino como zona industrial y en un puñado de años brotó el gris fábrica.
Después de la Gran Depresión, de los inevitables asentamientos por la malaria económica, de las casas flotantes que registró la costa de False Creek (hoy renacidas en vivos colores), este corazón de la ciudad volvió a latir a principios de los 70. Para finales de la década, el edificio del Public Market se había hecho realidad. Ocho años después, el que fuera un instituto de arte y diseño –establecido en 1925– fue rebautizado con el nombre de Emily Carr (1871-1945), y en septiembre de 2008 empezó a funcionar con rango de universidad. La obra de esta artista plástica y escritora canadiense puede apreciarse en la Vancouver Art Gallery, espacio extraordinario e ineludible abierto en 1931.

Foto: Hall de la Vancouver Art Gallery.
El vecindario más antiguo es Gastown, así llamado in memoriam del pionero Jack Deighton, apodado Gassy, que llegó al Vancouver que todavía no era, en 1867, quizás en busca de fortuna quizás en una rodada cuesta abajo, quién sabe, y que abrió una taberna en Burrard Inlet, en Granville (no la isla, atención), cogollito fundacional. Además de haber sido el propietario de ese punto de encuentro de los que iban cayendo al baile de un probable proyecto social, y de haber ganado fama por su locuacidad inagotable, quedó su memoria cristalizada en un puñado de calles empedradas, hoy animadas por galerías y pintorescos estudios.
Sin embargo, el barrio ícono no es este sino Chinatown, y no por distinto sino por inmenso: es el tercero en importancia del mundo occidental. A su colorido y olores propios se suman dos referencias insoslayables: el Cultural Centre Museum and Archives y el muy bello Dr. Sun Yat-Sen Classical Chinese Garden, el primer jardín “académico” construido fuera de China. Este oasis de libre acceso que abarca 1.200 metros surgió en 1986, con motivo de la Feria Mundial. La población asiática supera los 400 mil habitantes, chinos en su mayoría, y el resto son japoneses, indios, coreanos, iraníes, filipinos.
El contrapunto es Yaletown, la cara sofisticada de Vancouver. La versión más europea, con casas de diseño, restaurantes de lujo e irresistibles boutiques gourmets. La que hizo de los viejos almacenes con paredes de ladrillo el soporte para las nuevas corrientes arquitectónicas. La que se jacta de mostrarse glamorosa como seña de identidad.
Las marcas internacionales se concentran en la Robson Street, pródiga de turistas siempre en busca de la mesa al aire libre de sus tentadores cafés. Es la calle más cara, la que va del estadio British Columbia (próximo a la orilla norte de False Creek) hacia el noroeste, pasando por la plaza de la Biblioteca, la plaza Robson y la Galería de Arte de Vancouver, para terminar en el parque Stanley, en la laguna Lost.
Y como toda ciudad que se precia de vanguardismos edilicios, aquí no falta el que remata con torre giratoria. Lo inauguró, en 1977, el astronauta Neil Armstrong. El ascensor de cristal tarda 40 segundos en trepar los más de 168 metros hasta el restaurante Top of Vancouver, cuya plataforma da una vuelta completa por minuto. Si no se sufre de vértigo, adelante con el abismo que se abre a los pies de los que se animan.

ARTE + ANTROPOLOGÍA
Quienes conocen la obra Santiago Villanueva, insisten en que The Drop –La Gota–, que captura la atención de turistas y residentes en el waterfront de Vancouver, próximo al Centro de Convenciones, se parece demasiado a la que el arquitecto español creara y recreara. Lo cierto es que las ideas están, pululan en algún lugar por todas partes, y una vez que se activa esa energía y se manifiesta ya no es de nadie. En el caso que nos toca, la autoría recae en Inges Idee, grupo berlinés integrado por los creativos Hans Hemmert, Thomas A. Schmidt, Georg Zey y Axel Lieber. Y si un mérito tiene esta monumental escultura es el tamaño: 20 metros de alto que se apoyan en la plaza Bon Voyage, al final de la calle Burrard. Acero, poliestireno y poliuretano azul intenso son los materiales utilizados para representar, según sus artífices, al agua en todas sus versiones: a la que cae del cielo, a la que se abre frente a la ciudad, a la que trae el río Burrard. Vista desde abajo, su imagen se agiganta y esa perspectiva devuelve una impresión dramática de lo que simboliza. No puedo evitar el correlato entre La Gota y la creencia de los antiguos griegos de que la lluvia era causada por el llanto de los dioses. Lagrimón divino, eso es.

Foto: Voyage, al final de la Burrard St. en Vancoucer.
Hay en Vancouver obras del llamado “arte público” dispersas aquí y allá, que conforman un itinerario en sí mismo. La pareja de gorriones de 5,50 metros de alto instalada en la calle West Georgia entre Thurlow y Bute, creada por MacLeod. La cruz iluminada del East Vancouver en la plaza Southeast False Creek de la Olympic Village, idea de Ken Lum. El grupo de ciudadanos con las manos en alto en el más democrático de todos los gestos: el voto, de Kota Ezawa, sobre la calle Robson a la que da la Vancouver Art Gallery. El tablero que precede la entrada a la Biblioteca –magnífico edificio que recrea la apariencia del coliseo romano (de cuya redondez se desprende un ala lateral, al que no puedo menos que ver como la hoja de un libro abriéndose)– con las 1.280 lamparitas de led que componen las letras de “The words don’t fit the picture”, concepción de Ron Terada. Y así hasta completar una decena de propuestas.
Otro es el ideario que ancla en los valores culturales de los pueblos aborígenes canadienses. Por las venas del talentoso Bill Reid, figura clave en el universo artístico canadiense, corría sangre indígena y también europea. Pero la que aportó su madre haida –grupo tribal de la costa noroeste del Pacífico– prevaleció como factor de cambio en su visión del mundo. Sucedió a sus 34 años, cuando visitó la isla Haida Gwaii y quedó atrapado por la belleza de los brazaletes de Charles Edenshaw (ca.1839-1920), el gran escultor haida del siglo XIX. Desde entonces se aplicó a profundizar sobre las razones que subyacen en esa estética. Hombre de múltiples talentos que incursionó en la orfebrería, la escultura y en las letras como escritor y poeta, Reid (1839-1920) fue capaz de aunar las técnicas del viejo mundo con la tradición del arte indígena, es decir, el expresado a través de los tótems tallados en madera de cedro y las pinturas de trazos gruesos que recrean figuras ovoides y líneas continuas. Su legado se traduce en más de 1.500 obras, parte de las cuales pueden apreciarse en la exquisita Bill Reid Gallery of Northwest Coast Art.

Foto: Tótems en el Museum of Anthropology en la Universidad de British Columbia.
No hay visita completa a Vancouver si no se detienen los pasos en el 639 de la Hornby Street para demorarse en el preciosismo de las joyas elaboradas por Reid. Ni podrá sellarse esta experiencia sin pasar por el Museo de Antropología, donde se exponen trabajos de Bill Reid, y su icónica pieza –El Águila–, maravillosa talla en madera frente a la que es posible quedarse horas.
El museo y su parque ocupa un importante predio en los terrenos de la universidad British Columbia. Queda lejos de la ciudad sí, pero bien merece la travesía –en bici es un excelente paseo– y la absoluta dedicación de un día completo sólo por el patrimonio de tótems y embarcaciones de diferentes épocas que alberga. Es una colección maravillosa y sólo se trata de una parte de lo que este espacio guarda. Es “el” tesoro de Vancouver. Cómo perdérselo.

Si pensás viajar…
Los argentinos necesitan visa para entrar a Canadá. La aplicación se realiza online a través del sitio www.cic.gc.ca

DÓNDE DORMIR
Airbnb
Esta dinámica empresa que propone alquilar una propiedad para vivir en cualquier ciudad del mundo como en casa propia, tiene en Vancouver una oferta de excelente nivel. Los departamentos están en las mejores zonas de la ciudad; son muy cómodos, de amplios espacios y, por supuesto, bien equipados. A este valor deberán sumarse la tarifa de servicios de Airbnb y los gastos de limpieza.Un detalle a destacar, el couching de su anfitriona: inobjetable.

Fairmont Pacific Rim
1038 Canada Place. T: (001-604) 695-5300. www.fairmont.com
Es la versión aggiornada del estilo Fairmont (en Vancouver hay tres), un cinco estrellas a pasos del waterfront con espléndidas habitaciones, una terraza espectacular con piscina y otras áreas comunes al aire libre igual de agradables. Ideal para vivir de a dos.

Pinnacle Hotel Vancouver Harbourfront
1133 West Hasting St. T: (001-844) 337-3118.www.pinnacleharbourfronthotel.com
Un cuatro estrellas con impactantes vistas del puerto. Amplias habitaciones equipadas con LCD y wifi. Piscina cubierta y gimnasio. Incluye el uso de bicicletas de cortesía y un auto con chofer del hotel a disposición de los huéspedes para viajes cortos en el centro de la ciudad.
The Burrard
1100 Burrard St. T: (001-604) 681-2331. www.theburrard.com
Hotel boutique retro –inauguró en 1956– que tuvo como huésped al mismísimo Elvis Presley. Con su aura vintage bien conservada, funciona adaptado a los nuevos parámetros de confort y servicio con amenities y tecnología de punta. En las habitaciones hay wifi de alta velocidad, HDTV con canales Premium gratuitos y cafeteras Nespresso. Bicis de cortesía.
Victorian Hotel
514 Homer St. T: (001-604) 681-6369. www.victorianhotel.ca
Este pequeño hotel ocupa una casa de estilo victoriano de 1898, en pleno centro, a pasos de Gastown, Yaletown y a tres cuadras de la estación del Waterfront Skytrain. De reciente renovación, ofrece 47 prolijas habitaciones ambientadas con muebles de época, LCD y blanquería de calidad.

DÓNDE COMER
Nightingale
1017 W. Hastings St. T: (001-604) 695-9500. www.hawknightingale.com/
Abierto en mayo pasado, en un edificio que supo ser fabril, es el segundo emprendimiento del chef David Hawksworth –el otro es el Hawksworth, en el Rosewood Hotel Georgia– con una propuesta de cocina canadiense actual, basada en vegetales tersos, ensaladas de estación, pizzas, pastas y también proteínas, por qué no. En atmósfera informal y un espacio generoso –son 176 lugares repartidos en dos plantas– donde se comparte mesa y se disfruta codo a codo con el vecino, los platos se lucen por su franqueza y buen gusto. Precios absolutamente lógicos. Todos los días mediodía y noche.
Jam Café
556 Beatty St. T: (001-778) 379-1992. www.jamcafes.com
Para almorzar o desayunar, este simpático café se encuentra a medio camino entre los barrios de Gastown y Chinatown. Aquí se sirve comfort food y todo está hecho en casa, desde el pan brioche hasta los waffles. Prueben los old-fashioned milk shakes.
Juniper
185 Keefer St. Chinatown. T: (001-604) 681-1695. www.junipervancouver.com
La chef Sarah Stewart apuesta por la cocina artesanal y tradicional basada en productos regionales de la zona de Cascadia, y de estación. Un buen ejemplo es el pato confitado y ahumado con salsa de whisky, miel, sésamo y repollo colorado picante. La barra es el lugar indicado para probar uno de los originales gin-tonic diseñados por el reconocido bartender Shaun Layton, como el Gin Garden Smash, con mezcal, albahaca, limón y perejil.
Beach Bay Café
1193 Denman St. T: (001-604) 685-7337. www.beachbaycafe.com
A pasos de la playa English Bay, tiene uno de los mejores patios de la ciudad, con espectaculares vistas de los atardeceres. El chef Félix Zhou combina sabores de la Costa Oeste con toques personales. No esquive el estofado de pulpo y chorizo con pimientos rojos asados.
Tacofino
1025 Mainland St. www.tacofino.com
Burritos y tacos –de vegetales, pescado, pollo, chancho– de pura estirpe mex ofrecidos con abundancia de relleno, cimentaron su éxito en la localidad surfera de Tofino hasta convertirse en un favorito de los vancuverenses. Hoy son dos food trucks (además de tres locales) que se mueven por toda la ciudad y la isla de Vancouver. El más flamante de los puestos es el de Gastown, que opera como bar de burritos para llevar y para cenar tacos.
Gallery Café
750 Hornby St.T: (001-604) 688-2233. www.thegallerycafe.ca
Es el bistró ubicado en la Galería de Arte de Vancouver. Sus platos, inspirados en la Costa Oeste y en Europa, están elaborados con ingredientes de producción local. Para saborear en un salón ambientado con música clásica o en el muy glamoroso patio.

PASEOS Y EXCURSIONES
En bici
La mejor manera para recorrer la ciudad es en bicicleta, gracias a su extensa red de bicisendas (22 km). También cuenta con un aceitado sistema de transporte público. Hay pases diarios desde CAD 10. Más info en www.translink.ca
Vancouver Art Gallery
750 Hornby St. T: (001-604) 662-4719. www.vanartgallery.bc.ca
La extraordinaria colección de la artista canadiense Emily Carr forma parte del patrimonio (más de diez mil obras expuestas) de esta galería de amplio espectro.
Todos los días de 10 a 17. Los jueves, hasta las 21.
Bill Reid Gallery of Northwest Coast Art
639 Hornby St. T: 604 682-3455. www.billreidgallery.ca
Miércoles a domingo, de 10 a 17.
Contemporary Art Gallery
555 Nelson St. T: (001-604) 681-2700/2710. www.contemporaryartgallery.ca/
Martes a domingo de 12 a 18. Entrada libre.
UBC Museum of Anthropology
6393 NW Marine Drive. T: (001-604) 822-3440. www.moa.ubc.ca
En el predio de la universidad de British Columbia, a 20 minutos del centro de Vancouver. Impresionante colección de tótems antiguos, embarcaciones y toda la iconografía de las culturas de los pueblos aborígenes de la Costa Noroeste, en un gran edificio con vistas a las montañas y al océano. La obra mayúscula del artista local Bill Reid –El Águila– tiene aquí su sala especial. Todos los días de 10 a 17, jueves hasta las 21.
Dr. Sun Yat-Sen
Classical Chinese Garden
578 Carrall St. T: (011-604) 662-3207. www.vancouverchinesegarden.com
Un viaje a la China del siglo X (dinastía Ming), en el corazón de la ciudad. Abierto todo el año: de 10 a 18 (primavera y otoño), de 9.30 a 19 (verano), y de 10 a 16.30 (invierno).
TELUS World of Science
1455 Quebec St. T: (001-604) 443-7440. https://www.scienceworld.ca/
Del 1° de julio al 5 de septiembre, todos los días de 10 a 18. Jueves, hasta las 20 con acceso a película proyectada en el cine Omnimax.
Vancouver Lookout
www.vancouverlookout.com
Es el edificio con ascensor de cristal para subir a la torre giratoria desde donde se puede apreciar el todo Vancouver. Lo inauguró, en 1977, el astronauta Neil Armstrong. Tarda 40 segundos para trepar los más de 168 metros hasta el restaurante Top of Vancouver cuya plataforma da una vuelta completa por hora.
Granville Island
T: (001-604) 666-5784. www.granvilleisland.com
El Fresh Market es “el” corazón de este renacido núcleo urbano. A la oferta cotidiana se suman, de junio a principios de octubre, los productos frescos de granja. Se accede por agua con: Aquabus; el Cyquabus, de la misma empresa, que permite cargar la bici, y ferries. Por tierra, una posibilidad es con el Nro. 50 False Creek Bus que sale de Gastown. Descarte el auto: estacionar es misión casi imposible.
Puente colgante
Es el Capilano Suspension Bridge Park, un vertiginoso puente de 140 metros de largo que cuelga sobre el río homónimo. Lo sostienen tirantes amurados al cañón; alrededor todo es un tupido bosque de cedros. El puente se balancea, por supuesto, y nadie resiste la tentación de ponerlo a prueba. Una vez del otro lado, aguarda un recorrido también emocionante: los troncos de los altos cedros están interconectados por senderos que invitan a transitar entre las copas de los árboles hasta llegar a una pasarela alta que, sin estar suspendida en el aire, lo parece. El puente tiene sectores con piso de vidrio que permiten ver el río allá abajo, muy abajo, y es casi imposible no inquietarse. El premio mayor: llegar a la cascada. Hay servicio de transporte diario gratuito desde Canada Place (100 The Pointe). 3735 CAPILANO Road. North Vancouver. T: (001-604) 985-7474. info@capbridge.com. www.capbridge.com/visit/

PARA SABER MÁS
Tourism Vancouver Visitor Centre
210 Burrard St., at Canada Place Way. T: (011-604) 682-2222. www.tourismvancouver.com
Todos los días de 9 a 17.

Agradecemos a Air Canada y a Tourism Vancouver por colaborar en la producción de esta nota.

Nota publicada en revista Lugares n°245, septiembre de 2016.

Fotos: Mariana Eliano. – LA NACION