El municipio decidió medidas como adelantar impuestos por un año y colocar obleas para identificar a los habilitados.
Son tan clásicos como las obras de teatro que llenan de color las marquesinas del centro de la villa serrana durante el verano y vuelven a Buenos Aires cuando termina la temporada. Los comercios golondrina se instalan en los meses previos a la temporada alta en busca de captar una parte del dinero que gasta el gran caudal de turistas que invade la ciudad en esa época.
Esta temporada, desde el municipio de Villa Carlos Paz se pondrá en práctica una modalidad que ya se viene utilizando desde hace un mes en esta ciudad y que consiste en la aplicación de obleas en los comercios que están habilitados y que tienen sus impuestos al día.
Los inspectores sólo tienen que pasar por el frente del negocio y chequear el estado de cuenta para constatar que no tenga deudas con el fisco municipal.
Otra de las estrategias que se utiliza desde hace algunos años es el pago de impuestos por adelantado en los casos en que la habilitación se pida después de octubre. Desde la Dirección de Recursos Fiscales del municipio se habilita sólo a aquellos comercios que paguen un año por adelantado en estos casos.
Jorge Fernández Campón, presidente del Centro Comercial local, aseguró que estas medidas son positivas y que no existen otros modos de luchar contra el comercio golondrina.
«Hay muchos que vienen deslumbrados por lo que es la temporada, por la pompa de jabón que es Villa Carlos Paz en el verano. Y, probablemente, quieren quedarse el resto del año, pero después se dan cuenta de lo que es la estacionalidad y de que en mayo o junio no hay cómo sostener un alquiler, los gastos de gas, teléfono y luz, y no tienen más remedio que irse», apuntó el dirigente comercial.
Ambulantes. Fernández Campón apuntó que el mayor problema a afrontar son los vendedores ambulantes que pululan por las calles de la ciudad en la temporada alta. Con sólo dar una vuelta por la desbordada peatonal en cualquier noche del verano se puede constatar la gran cantidad de «buscavidas» que intentan vender objetos de los más diversos.
«Este tema es muy complicado ya que produce uno de los mayores perjuicios, porque se mezclan con los delincuentes. Hay quienes vienen camuflados como vendedores y roban aprovechando los amontonamientos», dijo Fernández Campón.
Por Fernando Agüero – LA VOZ DEL INTERIOR