Para David Miazzo, economista de FADA, la medida afectará el mercado de arrendamientos y subirá los costos de actividades estratégicas; analizaron el impacto en las pérdidas productivas por la sequía
CÓRDOBA.- El anuncio del ministro de Economía, Sergio Massa, del “dólar agro” es analizado por los expertos como una herramienta para sumar reservas al Banco Central (BCRA) pero que -sin instrumentos anexos- complica a otras cadenas de producción por la suba de costos que le produce. La definición generalizada es que se trata de una medida más para “tratar de llegar” a las elecciones. El Ieral puso la lupa sobre cuánto reduce las pérdidas el programa para propietarios y arrendatarios
Desde la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (Fada), David Miazzo, subraya que la nueva edición del dólar soja “destruye” ese mercado, “mete ruido en el mercado de arrendamientos, y sube costos a los consumos sin que estos puedan exportar a un mayor valor”
“Es otra demostración, si es que era necesario, de que el problema de origen es un tipo de cambio oficial que es una mentira, sostenida solo a base de cepos y pérdida de reservas -añade-. La solución real es ir a un dólar único y verdadero”. Miazzo insiste en que la producción “no aumenta”. Indica: “Sólo nos queda una mayor cantidad de pesos en la economía, que el Banco Central luego absorbe con Leliqs, pagando un interés de 113% anual. Es intentar apagar el fuego echándole nafta”.
Sebastián Salvaro, analista de mercado de AZ Group, advierte que no hubo nada distinto de lo que se esperaba y subraya que desde Economía “trabajaron los trascendidos” para que quedara “claro que no hay más de $300″. Eso, comenta, bajó mucho la posición del grano disponible en el equivalente dólares: “Hoy quedó a US$20 menos que hace 15 días, por debajo de lo que esperaba el productor. La expectativa era que la nueva edición del dólar tomara una inflación del 5% mensual y quedara una tonelada de entre $120.000 y $125.000. Y no llega, quedó en $115.000. Hoy siguen recibiendo menos precio que los valores internacionales por las retenciones”.
Para el economista Jorge Ingaramo, “una vez más” Massa “toma la iniciativa”. Indica: “Es una medida astuta, una más, a la espera de que en mayo estemos, por ejemplo, exportando petróleo a Chile, el gasoducto esté funcionando, y falta instrumentar la venta de títulos públicos. Se asegura el cumplimiento de no devaluar por todos, cumplir el acuerdo con el FMI y llegar a octubre como el ministro que llevó el barco a donde prometió. Mal o bien lo está llevando”.
Detalla que en el primer trimestre los ingresos por retenciones cayeron 48%, lo que perjudicó “notablemente” las finanzas públicas, “obligó a restringir gastos y complicó la meta fiscal”. Apunta que el dólar a $300 implica un tipo de cambio 42,6% más que el dólar Banco Nación de ayer.
“No discrimina cosecha. Hay US$3800 millones guardados de 5,5 millones de toneladas en el campo de la cosecha vieja y se pueden producir US$17.700 millones más si el clima acompaña, cuyas prefinanciaciones se activarán con este mejor dólar”, precisa.
Ingaramo espera que los decretos “contemplen” los mayores costos que el dólar más alto implicará para pollos, cerdos, feedlots y huevos. Salvaro coincide en que las ediciones anteriores del dólar soja generaron problemas para esos sectores pero, además, esta vez impactará más fuerte en arrendamientos, porque en mayo vencen entre 20% y 30% de las cuotas.
Respecto de las economías regionales, Ingaramo ratifica que es “obvio” que es fácil trabajar con ellas por su diversidad, aunque “ninguna tiene un acceso tan fluido a las prefinanciaciones” como la soja, que en 2022 exportó US$25.000 millones.
Cuánto reduce las pérdidas
Juan Manuel Garzón, economista del Ieral de la Fundación Mediterránea, analizó cuánto reduce las pérdidas la tercera edición del dólar soja. Para las conclusiones tomaron los resultados de esta campaña para establecimientos agrícolas tanto en zona núcleo como en una extrapampeana. En todos los casos, los rindes tomados están por debajo de los “normales” por la sequía (el promedio de caída es del 45%); es clave la relación del productor con la tierra, si es arrendatario o propietario.
A medida que los rindes se alejan y descienden respecto de sus valores normales -supuesto que es realista por la gran sequía- las mejoras que logra el nuevo dólar en los márgenes netos comienzan a diluirse hasta desaparecer completamente en el peor escenario productivo (cuando no hay cosecha).
Por caso, a un productor propietario de zona núcleo que en esta campaña logra rindes entre 40% y 60% por debajo de los normales, el soja 3 le genera una mejora en el margen neto en torno a los US$100 por hectárea.
Por su parte, para aquellos productores propietarios con rindes entre 70% y 90% por debajo de los normales, que ya exhibían pérdidas económicas antes de la medida, se las reduce entre US$30 y US$87 por hectárea. No logra revertir los números rojos pero sí atenuarlos. No genera beneficios en los productores propietarios que pierden el 100% de su cosecha (la pérdida se mantiene en US$ 603/hectárea).
Antes del anuncio, un productor arrendatario que lograba rendimientos normales y vendía su producción entre marzo y agosto de este año a tipo de cambio oficial podía aspirar a un margen neto de US$153 por hectárea. Con el soja 3 la cifra mejora a US$319 /hectárea, vendiendo toda la soja en abril.
Pero al igual que sucede con el productor propietario, el programa va perdiendo su efecto positivo sobre los márgenes a medida que los rindes medios logrados se alejan de los normales. Cuando el arrendatario pierde toda su cosecha, el soja 3 le incrementa la pérdida. Esto se debe a que el costo del arrendamiento suele estar fijado en quintales de soja. En la simulación realizada, el arrendamiento se define como un costo fijo que se paga mensualmente (18 quintales de soja, a pagar en 12 cuotas mensuales durante el ciclo productivo).