“Necesitamos llegar a una actividad más sabia. Será la que utilice el conocimiento, pero que también sea más justa con la gente y con el ambiente”, sostuvo el Dr. Esteban Jobbagy, del Grupo de Estudios Ambientales, IMASL-Conicet & Universidad Nacional de San Luis.
La agricultura argentina tuvo en los últimos 40 años una transformación abrumadora. Sucedió entre principios de la década del ’90 y los comienzos del siglo XXI. / Fotos: Rodrigo García y Pablo Presti-La Nueva. y Archivo LN.
“Me preocupan mucho las huellas ambientales que deja la agricultura, que tienen que ver con la sustentabilidad. Me ha desconcertado durante mucho tiempo esa característica, porque es muy distinta respecto de otros países”.
Para el ingeniero agrónomo Esteban Jobbagy, del Grupo de Estudios Ambientales, IMASL-Conicet & Universidad Nacional de San Luis, acaso sea la razón por la cual “emerge un comportamiento mezquino y apurado de nuestra agricultura”.
Haciendo una comparación entre la agricultura nacional y la que se desarrolla en la India, Jobbagy sostuvo se trata de “un campo vibrante, de gente trabajando, pero lo increíble es que el cielo está surcado de cables eléctricos”.
También señaló que, en aquel país, cada campo de una hectárea tiene su bomba de riego.
“Hay un milagro en la India y es que han logrado sostener la producción de alimentos para abastecer a una población que crece muchísimo a fuerza, en gran parte, de regar”, agregó.
Dr. Esteban Jobbagy, del Grupo de Estudios Ambientales, IMASL-Conicet & Universidad Nacional de San Luis.
“Es un granero del mundo que riega tanto, usando aguas subterráneas, que se están vaciando sus acuíferos”, aseveró.
El planteo de Jobbagy se realizó en el marco del congreso de maíz tardío de Brevant Semillas, que contó con la asistencia virtual de más de 1.000 participantes, en un espacio colaborativo donde los actores de la cadena forman parte del proceso creativo de conocimiento, que apunta a aumentar la productividad de un cultivo que, este año, será el de mayor producción en el país con más de 60 millones de toneladas.
“Pero en la Argentina nos encontramos con lo opuesto”, describió Jobbagy, quien es doctor en Biología por Duke University (2002), en los Estados Unidos y disertó ahora en el panel sobre La impronta ambiental de la agricultura en nuestro país.
“En la Argentina regamos muy poco y en nuestra agricultura sobra agua. Nos inundamos cada vez más seguido, tenemos recurrencia de anegamientos y se salinizan porque sobra agua”, dijo.
“Tenemos un sistema que es totalmente distinto en el uso del agua”, agregó.
También destacó otro punto clave: el manejo de nutrientes.
“Para sostener la producción en el mundo hay un uso opulento de los fertilizantes”, comentó.
“Existe una sobrefertilización y, cuando se fertiliza mucho, parte de los nutrientes se escapan al agua y los ecosistemas acuáticos son los primeros en sufrir esos excesos de nutrientes, porque se llenan de algas”, indicó.
“En la Argentina subfertilizamos; aún le estamos robando nutrientes al suelo”, aseguró Jobbagy.
“Hacemos minería de los nutrientes del suelo y este es un problema en cuanto a la sustentabilidad de la agricultura y, también, por cuestiones ambientales, porque si vas minando el suelo pierde su materia orgánica, el humus, que le permite secuestrar carbono”, explicó el experto.
“Este es otro signo de la Argentina, que es opuesto a lo que vemos en otras partes del mundo”, comentó.
Jobbagy rescató al maíz tardío, ya que ha aportado a la sustentabilidad al permitir intercalar soja y maíz y dar más estabilidad a las rotaciones.
“Pero fue funcional a este esquema que yo llamo mezquino, porque sembrando tarde usamos mejor los nutrientes del suelo y no debemos fertilizar y tenemos un uso de agua muy acotado, con un target de producción chico o mediano muy seguro”, aseveró.
También dijo el especialista que a la subfertilización y al exceso de agua se suman otros dos problemas.
“Para mantener una estación de crecimiento corta y el resto del tiempo que no haya plantas creciendo tenemos los herbicidas. Y usamos mucho; somos campeones del mundo en el uso de herbicidas. Esto nos trajo problemas, como malezas resistentes y la preocupación en la sociedad por la contaminación”, sostuvo.
Jobbagy aludió al futuro. Y se mostró optimista.
“Hoy podemos ver muy bien los campos con satélites y tomar el pulso del verdor a lo largo del año. Estamos encontrando que, en los últimos cinco, ese tiempo muerto que teníamos en los inviernos está reverdeciendo cada vez más y eso ocurre porque los productores están recurriendo más a los cultivos de servicio y un poco más a cultivos de invierno”, comentó.
La otra señal positiva se observa al analizar las estadísticas de uso de insumos en la Argentina
Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com – La Nueva Provincia