Los malos indicadores del mercado laboral para los jóvenes sería la causa de la honda penetración de su mensaje entre estos.
Por Francisco Rinaldios 52.232 votos que obtuvo el candidato libertario Javier Milei en Bahía Blanca fueron una sorpresa para varios. Tanto, como el llamativo predicamento que el economista tiene entre los jóvenes menores de 30 años tanto de Bahía como del resto del país.
La llegada de Milei a los jóvenes es de tal alcance que en las redes sociales, el modo que eligen para informarse, abundan imágenes, videos y memes con su figura exultante, cuya autenticidad es un rasgo del que dan fe quienes pudieron tratarlo en forma personal.
“Es así como lo ves, se apasiona hablando de economía”, confesó a este cronista un periodista local que compartió un asado con el actual candidato a presidente en una de sus primeras visitas a nuestra ciudad, cuando todavía nadie se imaginaba que a su carrera como consultor económico se sumaría la política.
Pese a ello, hay razones económicas que justificarían el voto joven al candidato de Libertad Avanza: promete hacer knock out a un sistema que no les ofrece demasiadas esperanzas con respecto al futuro, donde la inflación, los salarios miserables y la falta de derechos laborales son moneda corriente para los menores de 30.
“Milei propone un fuerte ajuste, podés perder derechos laborales ¿lo sabés?”, fue la pregunta que, en su columna de análisis de las PASO, reprodujo el periodista Reynaldo Sietecase. ¿Qué derechos laborales? Laburo en negro y me pagan para el o…”, fue la respuesta que, comentó, recibió el rosarino de un repartidor de comida urbano de corta edad, confeso votante del economista seguidor de la Escuela Austríaca, cuyo rasgo más distintivo es una fuerte condena a cualquier tipo de intervención del Estado en la actividad económica.
Y es allí donde deberían buscarse buena parte de las causas del encanto que ejerce el triunfador de las PASO sobre los menores de 30 años, quienes, en Bahía Blanca, muestran tasas de desempleo, de informalidad y precariedad que superan en mucho a los niveles generales.
Así, de acuerdo con la EPH (una fuente con una muestra acotada, pero oficial), el 15,28% de los jóvenes bahienses de entre 18 y 29 años no tenía trabajo, pese a buscarlo activamente, al primer trimestre de este año, porcentaje muy por encima de la tasa de desempleo general (7,8%).
Hablando de empleo no registrado (asalariados sin descuento jubilatorio y/o sin recibo de sueldo), resulta que, dentro de la misma franja etaria, el 46% y el 35,10% de los jóvenes de nuestra ciudad se encontraba en esa situación, frente al 29,13% y el 21,3% general.
Con respecto a la cobertura de salud local, el 45% de los menores de 30 que tiene un empleo en relación de dependencia dijo no contar con una obra social frente a un 27,62% general.
También es mayor el porcentaje de jóvenes que se desempeña en changas: 9,96% frente al 4,92% general, al tiempo que un 41,19% no recibe paga alguna si llegara a enfermarse, comparado con un 27% general.
Lo malo del caso es que no se trata de un problema local ni nacional: la falta de oportunidades laborales de calidad para los jóvenes es, hoy por hoy, un cuadro que se repite a nivel mundial y que se derrama a nuestro país.
Sólo el tiempo y los resultados electorales de octubre podrán decir si Milei cumple o no con las expectativas de sus jóvenes votantes. Pero, al menos hasta hoy, el apoyo juvenil a un “tapado” debería interpelar a quienes tuvieron la ineludible responsabilidad de proponerles un futuro mejor.
LNP