La agroindustria encontraría mejores márgenes importando soja desde Brasil.
«Para la industria argentina hoy es más rentable importar soja brasilera que comprarla localmente». Así lo afirmó Dante Romano, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, al explicar el impacto que tuvo sobre el mercado el resultado de la súper cosecha de Brasil que trastocó todo el escenario de precios a nivel internacional.
“La soja argentina venía operándose muy cara respecto a la norteamericana, y para mejor la presión de ventas en Brasil está generando un descuento histórico, al punto que a la industria argentina le conviene más traer soja de Brasil que comprarla localmente”, indicó.
Romano explicó que el precio de la soja brasileña traída a Argentina, con todos los costos de operación incluidos, sería entre 15 y 20 dólares más barata que comprarla localmente». Teniendo en cuenta que los precios diferidos «están mucho más altos que los presentes, la situación se agrava cuanto más adelante en el tiempo nos ubicamos», resaltó.
La llegada de una mega cosecha en Brasil llevó a que los precios con los que trabaja sobre Chicago bajaran casi u$s 40 la tonelada y resulten tan baratos que, no sólo podría importarse a Argentina, donde la cosecha cayó más de 50%, sino también a Estados Unidos, donde los stocks están bajos.
“Esto en un contexto de fondos especulativos todavía comprados, y una demanda internacional que no crece en los últimos cuatro años, genera presión negativa”, estimó Romano.
El especialista detalló que el maíz podría seguir el mismo camino debido «a lo bien que viene la safrinha», la cosecha maicera brasileña.
En tanto, el trigo está con problemas en Estados Unidos, pero sigue habiendo oferta en el Mar Negro y Australia, que llega a precios muy competitivos.
La cosecha viene lenta
En la Argentina la cosecha de soja comenzó a avanzar a mejor ritmo, pero viene con casi con un mes de atraso. Por otra parte, los rindes «son cada vez peores y sube el área abandonada por no tener sentido económico trillarla«, agregó Romano al analizar la situación de la cosecha gruesa en el paí.
Explicó que esa situación traba las ventas, ya que nadie quiere deshacerse de algo que no sabe si después tendrá.
Por otra parte, «el dólar agro no está resultando tan tentador ya que los precios que los productores esperaban no llegan porque las expectativas de eran altas», indicó Romano sobre una situación que la semana pasada demoró la comercialización.
Por otra parte, se suma el condimento de la buena cosecha brasileña que presiona sobre las cotizaciones. «Atención a los valores diferidos, e incluso los de soja mayo 2024, que están en valores muy elevados en este contexto”, alertó el especialista de Universidad Austral.
Según los datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, en lo que va del dólar agro ingresaron divisas por unos 1.200 millones de dólares, un 65% menos que en el dólar soja de septiembre y 12% menos que el de diciembre 2022.
En toneladas se fijaron precios por 1,2 millones, un 84% menos que en septiembre y 57% menos que en diciembre 2022.
“De aquí sacamos dos conclusiones: que los productores no están vendiendo, pero que los exportadores están ingresando divisas por montos mayores a los que compraron», dijo Romano.
Entre las razones por las que puede estar ocurriendo esto «tenemos que la cosecha recién está tomando impulso esta semana (con un atraso de casi un mes) y que los rindes están siendo todavía inferiores a los proyectados, y con problemas de calidad, y por eso el productor está siendo precavido con sus ventas”.
El mercado de maíz
Por el lado del maíz, Romano indicó que sigue trillándose el temprano, con atrasos y lotes abandonados, al tiempo que avanza la maduración de lotes tardíos y ya apunta a una producción más cerca de 30 que de 35 millones de toneladas. “Aquí, sin embargo, los precios que van cayendo dispararon más ventas», indicó y dijo que no se descarta un dólar maíz, «aunque sería un problema para el consumo interno, y si se produce a estos valores podrían, luego con la pesificación a un precio mayor, resultar mejores”, añade.
Con respecto al trigo, manifiestó que hay dudas en cuanto a la siembra del próximo ciclo. “Las zonas que mejoraron humedad de suelos siguen siendo el sudeste, el oeste y el norte», señaló. En estos últimos dos, se siembra poco trigo. Además, «los precios bajaron y tampoco parece una apuesta muy segura”, dijo Romano.
“Como si todo esto fuera poco, el contexto político argentino se volvió todavía más incierto, se teme un salto devaluatorio, y todo esto llevó a subas en el dólar informal», apuntó el especialista a la hora de mirar los movimientos financieros en el mercado granario. «Muchos productores no quieren vender por miedo a que los días entre que se cierra el negocio, se entrega la mercadería y se cobra, quedar en pesos y comerse la devaluación, especialmente porque el tiempo para pagar deudas todavía está lejos de terminarse”, agregó.
Economías regionales
Adicionalmente se conocieron los productos de economía regionales que entraron en el programa de incentivo exportador (PIE). De los productos que se suelen trabajar en campos extensivos, sólo entraron las especialidades: maíz pisingallo, arvejas, porotos, entre otros. Luego se sumó el arroz. En estos casos los participantes se comprometen a entrar en el Programa Precios Justos y mantener los valores de venta al mercado interno con variaciones de hasta 3,5%; menos de la mitad de la inflación.
“Pero, ante la baja adhesión que está teniendo el programa, si no vemos un repunte, con la necesidad de divisas que hay, no se descarta que se vayan sumando otras cadenas», alertó Romano.
En cambio, la de cebada y sorgo no impactarían tan fuerte en el consumo local y la de girasol podría tener impacto en el precio del aceite interno, aunque para esto hay un fideicomiso funcionando con éxito.
«Pero la cadena que más dinero podría aportar sería la del maíz, que con un saldo exportable remanente de al menos 10 millones de toneladas podría aportar en dinero el equivalente a 5 millones de toneladas de soja», precisó Romano. Sin embargo, «el impacto en la carne y la leche sería directo, y allí habría que buscar formas de compensar al consumo local”, concluyó.