Dólar soja tres: el productor se resiste, ¿debut y despedida?

EXPORTACIONES. El Gobierno busca estimular la compra de soja por parte de la industria aceitera, algo que por le momento no está ocurriendo. (La Voz/Archivo)

El tipo de cambio diferencial no genera, al menos por ahora, interés. En el medio, la escasa oferta del grano complica a las aceiteras.

Auna semana de anunciado el “dólar soja” a $ 300, el productor no tiene una actitud tan proactiva a vender el grano, como sí la tuvo durante las anteriores dos versiones del tipo de cambio diferencial.
Las circunstancias son bien distintas; ahora enfrentamos en toda su magnitud el efecto devastador que ha tenido la peor sequía en la historia.

En el caso del maíz, la entidad estima ahora una cosecha de 32 millones de toneladas, tres millones de toneladas menos en relación con las 35 millones del mes anterior.

Sirvan como recordatorio los buenos resultados obtenidos, en ingresos de divisas, cuando se implementó del “dólar soja uno”, en septiembre pasado, y el “dólar soja dos” en diciembre.

En el primer caso, en septiembre, los productores vendieron soja y otros granos por un equivalente de U$S 8 mil millones; mientras que en diciembre las ventas de los productores representaron un ingreso de divisas de U$S 3.700 millones.

Nos preguntamos, en esta oportunidad, qué podemos esperar en la actitud y en la voluntad del productor a vender su soja a partir del nuevo dólar, que asegura un tipo de cambio a $ 300.

En primer lugar, vamos a destacar que de arranque las circunstancias entre lo que sucedía en el último trimestre de 2022 y la situación actual son bastante distintas.

En ese momento, el productor tenía algo más de 20 millones de toneladas, entre la mercadería entregada a fijar y la soja disponible en sus silos, por un equivalente superior a los U$S 11 mil millones. Hoy el productor dispone de mucho menos soja en su poder, pues la mayor parte ya la vendió o fijó su precio en las dos versiones anteriores.

Hoy vemos muy difícil que el Gobierno pueda cumplir con este objetivo. En primer lugar, la cosecha de soja es mucho menor que la que se estimaba meses atrás.

Con la última estimación de la BCR (23 millones de toneladas), comienzan a encenderse las alarmas en toda la cadena de la soja. El primer eslabón en resentirse, sin lugar a dudas, son los productores, con una pérdida de su producción de 20 millones de toneladas que equivalen a U$S 12 mil millones.

Si asumimos que la exportación del grano será de dos millones de toneladas, quedarían para la industria aceitera disponibles poco más de 20 millones de toneladas.

Estamos en el menor volumen de procesamiento de soja de los últimos 20 años, impactando directamente en la actividad agroindustrial más importante del país.

El riesgo de que las empresas puedan cerrar sus plantas por falta de soja para procesar es muy alto. Aquí es donde cobra mucha importancia la importación temporaria de soja que la industria aceitera suele importar todos los años desde el Paraguay. Por lo general, son cinco millones de toneladas que el año pasado no pudieron importar por la fuerte sequía que provocó la pérdida del 50% de producción de soja paraguaya.

Habría que agregar entonces un volumen adicional de importaciones de soja proveniente de Brasil. Si se pudieran importar ocho millones de toneladas, estaríamos permitiendo que las fábricas tengan soja disponible para cubrir al menos tres meses de molienda.

Repetimos el mismo final de nuestra columna de la semana pasada: dicho todo esto, vemos muy difícil que el ministro Sergio Mazza pueda llegar al final del arcoíris y encontrarse con los U$S 9 mil millones”, por lo que el Gobierno se verá obligado a extender el plazo del “dólar soja” más allá del 30 de mayo o a mejorar el valor a $ 350 la tonelada.

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