Por Sandra Cicaré – La Capital
La onda expansiva de las pérdidas agronómicas impacta en el corazón de la economía santafesina, por su estructura productiva y porque es una de las provincias más afectadas por la sequía por la peor crisis climática en 60 años. ¿Se puede amortiguar semejante golpe? Es difícil. Las expectativas están centradas en la construcción, la actividad de los sectores industriales no directamente vinculados al agro, la magnitud del rescate estatal y la espalda financiera de algunos productores.
Guillermo Farbman, consultor y asesor, elaboró un informe para la Sociedad Rural de Rosario en el cual ajustó números propios correspondientes a cálculos realizados antes de las lluvias de fines de febrero y principios de marzo. Entonces consideraba que las pérdidas en Santa Fe llegaban a u$s 3.500 millones. A fines de este mes elevó esa cifra a u$s 4.257 millones, debido a la caída en la producción de trigo, maíz y soja provincial.
El cálculo está realizado en base a una pérdida del 54% en la producción de soja y del 72% del maíz, que aún son provisorios. De todos modos, coinciden con un informe del Ministerio de Producción de Santa Fe fechado el 15 de marzo, el cual muestra las mismas estimaciones de recorte productivo. En este caso, el relevamiento oficial incluye a la ganadería y explica que, en la de carne, las pérdidas llegarán a u$s 535 millones y, en la lechería, de u$s 325 millones.
En el caso del ganado bovino, los mayores golpes por la sequía lo sintieron los departamentos del norte santafesino como San Cristóbal, Vera, 9 de Julio y General Obligado, que representan el 60% del stock ganadero provincial, y que tuvieron pérdidas de entre 8 y 18% .
“La diferencia de volumen de producción entre la campaña pasada y la actual representarán unos 400 mil viajes menos de camiones en Santa Fe”, ejemplificó Farbman, quien advirtió sobre el efecto derrame negativo. “El impacto no es sólo es sobre el productor sino sobre la Argentina y aún no está mensurado”, dijo. A modo de ejemplo, apuntó que “el mecánico del pueblo tendrá menos trabajo, los fletes se reducirán, habrá menos venta de combustible, menos compra y reparación de cubiertas”. También se sentirá en los pueblos donde “el albañil trabajará menos, se reducirán las compras en los comercios por menor demanda”, agregó.
Esto es la punta de un iceberg que recién emerge. “En la ganadería el impacto es muy grande y eso generará menos preñez, menos terneros, pocos novillos y menos carne. Es un círculo vicioso cuyo final no conocemos”, alertó Farbman, al tiempo que recordó que muy pronto comenzará a resentirse la cadena de pagos. “Se está levantando soja con muy bajos rindes y los contratos de arrendamientos pactados en quintales por hectárea serán difíciles de asumir”, indicó, lo que hace pensar en la necesidad de volver a otros esquemas como trabajar por porcentaje. Agregó que “ya se observa que los semilleros tienen menos disponibilidad de semillas para la campaña fina, especialmente los que hacen híbridos”. Al del sur del Gran Rosario hay complicaciones para adquirir materiales para sembrar legumbres, cultivos que salieron muy golpeados por la sequía.
La cadena comercial
Eduardo Taborda, presidente de la Federación de Cámaras Empresarias del Comercio de Santa Fe (Fececo), dijo que en el sector comercial “más temprano que tarde se va a ver” el impacto de la sequía, que “ahora se observa en el sector productivo pero que tendrá un efecto secundario en la actividad minorista”.
“Todavía no se nota en gran escala porque hay remanente de dinero dando vuelta, pero sí empezamos a observar al parate en los comercios y localidades del norte de la provincia”, dijo.
Además detalló que, si bien la cadena de pagos no se resintió en el eslabón comercial minorista, sí hace ruido en el rubro de prestadores de servicios o proveedores del agro. “Se están refinanciando combustible y agroinsumos para la próxima cosecha y muchos de los que compraron maquinaria piden comenzar a pagar la cuota el año que viene”, agregó.
Taborda dijo que se reúnen periódicamente con funcionarios provinciales para atajar la malaria antes de que golpee más fuerte. Solicitaron, entre otras cosas, la ampliación del monto de reintegro de Billetera Santa Fe, un instrumento que valoró por el impacto positivo que tuvo en el comercio, o la revisión de la carga impositiva sobre el costo de la energía. “La pandemia nos encontró desprevenidos pero ahora sabemos que esto va a venir y hay que trabajar para mitigarlo”, dijo.
El ministro de Producción de Santa Fe, Daniel Costamagna, fue contundente en ese sentido. “La situación que atraviesa el campo es crítica, tiene impacto en todas las cadenas agropecuarias, industriales y comerciales de la provincia, y amerita decisiones excepcionales, similares a las adoptadas en el marco de la emergencia por Covid-19”, señaló.
La industria agroexportadora ya comenzó a mensurar las pérdidas. El presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) y el Centro de Exportadores (CEC), Gustavo Idígoras señaló que “se viene un año muy complicado”. Lo dijo al considerar que el sector partió de un escenario de una producción de soja de 50 millones de toneladas y hoy no llegan a 27 millones. “Habrá 80% menos de camiones en los puertos, 70% menos barcos que pasan por la hidrovía y pérdidas cotidianas por los costos fijos”, dijo el ejecutivo.
En la última semana ingresaron a los puertos del Gran Rosario, un promedio 1.301 camiones diarios, un 73% menos respecto de igual fecha de 2022. A lo largo de este año, sumaron 62.193 camiones contra 197.059 del primer trimestre del año pasado, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Según la entidad, la carga de buques programada en puertos de Rosario y San Lorenzo para todos los productos entre el 22 de marzo y el 26 de abril de este año asciende a 419 mil toneladas, mientras que en el mismo período de 2022 sumaba 3,08 millones de toneladas.
La más golpeada
“La provincia de Santa Fe es la más golpeada por la sequía y se estima que las caídas soja y maíz van a ser históricas”, indicó el director de LP Consulting, Leonardo Piazza. En un reciente informe señaló que es difícil proyectar cómo va a pegar esta situación en el resto de la economía santafesina. De todos modos, para aproximar el cálculo comparó la situación actual con otra sequía, como la de 2017/28.
“El efecto dominó del 2018 concluyó con una caída de la cosecha de soja del 30% y del maíz del 11%, terminando en una caída del PGB provincial de 4,4%”, recordó y dijo que “si llega a haber caídas del orden del 50% en soja y maíz, la economía de Santa Fe puede llegar a tener como piso un 5% de contracción, pero puede llegar al 6%, con lo cual sería como otra pandemia ya que entonces la caída fue del 6,7%”, agregó el especialista.
“En los pueblos del interior provincial, cuando el campo pierde cosecha hay menos consumo de manufacturas para el campo, de servicios de transporte, acopio, reparaciones, lo que se multiplica negativamente al resto de la economía haciendo que el consumo de la población caiga”, detalló y por esa razón “hay que espera que la economía de Santa Fe tenga un fuerte golpe este año”, agregó.
El consultor Ernesto Ambrosetti, asesor del presidente de la Comisión de Agricultura de Diputados, Ricardo Buryaile, señaló que “por la sequía los productores necesitarán refinanciar u$s 8.000 millones y 255.000 empleos quedarán en riesgo”. Advirtió que “otro eslabón perjudicado serán los acopiadores, distribuidos en los pueblos, que brindarán menos servicios, de secado, almacenamiento y acondicionamiento de los granos y dejarán de percibir más de u$s 500 millones”.
“Con la pérdida de más de 40 millones de toneladas de granos tendremos por lo menos una caída en viajes de camión del orden de 1,6 millón, lo que significa u$s 1.300 millones menos de ingresos para el transporte y con ello menor demanda de combustible, neumáticos, lubricantes, repuestos y servicios en las rutas”, agregó.
Frente a eso, los contratistas rurales se reunieron con referentes del gobierno nacional. Los representantes de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), pidieron ser incluidos en la mesa de emergencia agropecuaria y lograron que los funcionarios gestionen el aplazamiento de los plazos de pago de los equipos que el sector adquirió en el último tiempo. Además, por la menor demanda, alertaron sobre una fuerte competencia que hará desplomar los precios e impactará sobre la actividad.
Las arcas provinciales
Los números preliminares del gobierno provincial muestran una caída significativa en términos reales de 5,5% mensual promedio en la recaudación entre los meses de 2022 y febrero de 2023. Pero atendiendo a que todavía el remezón de la sequía continúa, probablemente este descenso en los ingresos fiscales continúe. A priori, ya estiman que, en materia de actividad, la situación climática le costó dos puntos porcentuales a la evolución del PBG en 2022.
Para Farbman, el golpe de la sequía “se verán el aspecto impositivo provincial, fondos con los cuales el gobierno hace obras, paga sueldos”, alertó y a su juicio el productor no tiene resto. “El chico y el mediano está muy complicado”, dijo al desestimar la posibilidad de cualquier efecto amortiguador de la crisis.
Aún así, “siempre hay otros factores que influyen en la actividad económica”, aclaró Piazza pese a considerar que la inflación es un factor de peso este año. “En 2018 fue del 48% y la actual supera el 100%”, recordó.
Amortiguadores
Pero a pesar de este agravante, la sequía encuentra a la actividad económica con otra dinámica. Según datos del consultor Pablo Adreani, “hoy los productores tienen 4,5 millones de toneladas de soja sin vender, entre la física en sus campos (1,5 millones de toneladas) y la entregada pero pendiente de fijar (3 millones)”. Y “a juzgar por el comportamiento del mercado y el ritmo de negocios, el productor no muestra mucho interés por vender”, agregó. En el sector había expectativas por los detalles del “dólar agro” anticipado por el ministro de Economía, Sergio Massa.
La industria ligada al sector también llega a esta coyuntura con cierto plafón. Eduardo Borri, presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma) recordó en Expoagro que las fábricas del sector vienen de tres años de trabajo a máxima capacidad. Esa dinámica se cortó en febrero donde el patentamiento cayó más de 20%, el primer traspié desde abril de 2020, cuando arrancó un ciclo de expansión muy fuerte, a tal punto que hasta finales del año pasado había fábricas que tenían comprometida su producción por varios meses. Ese colchón se va acabando y una muestra es que se están recortando las horas extras.
En los últimos tres años la industria pasó de unos 27 mil puestos de trabajo a 40 mil. Es decir, aumentaron un 40% la dotación de trabajadores. “Aún se ven números buenos en el sector”, dijo Borri pero aclaró que esto fue porque “los fabricantes teníamos un stock de ventas para producir”, pero ahora, la situación cambió.
Otro amortiguador de esta fuerte crisis podría ser el Estado, que viene jugando un rol más activo frente que en 2018. “Tenemos la instrucción de seguir con el mismo criterio de 2020 (en pandemia), el de rescatar al sector de la producción”, dijo esta semana el secretario de Industria y Desarrollo Productivo de la Nación, José Ignacio de Mendiguren.
En 2020 y para atemperar el golpe de la pandemia, el gobierno nacional destinó 7% del PBI para asistir a la producción, tanto a través de asistencia directa como de financiamiento subsidiado. El secretario de Coordinación Federal Agropecuaria del Ministerio de Economía de la Nación, Jorge Solmi, dijo que la próxima etapa en la estrategia de asistencia apunta a amortiguar el impacto del drama climático en la economía vinculada al agro y apuntalar la siembra. “Trabajamos con Transporte para ayudar a los camioneros, con Trabajo para asistir con Repros en caso de problemas laborales y con cooperativas, entidades y gobiernos locales para unificar la oferta de financiamiento, bienes y servicios para la nueva campaña”, concluyó.