Desarrollo para el Norte

El ministro del Interior, junto con nueve gobernadores del grupo Norte Grande, emprendió un viaje a Washington para mostrar en distintos ámbitos de los Estados Unido el potencial económico de esa extensa región.

Las posibilidades para el desarrollo productivo del Norte argentino son extraordinarias y la extensión de la frontera agrícola lo demuestra. Eso fue posible por el esfuerzo de los productores de incorporar las nuevas tecnologías, como la siembra directa y el paquete científico tecnológico que potencia los rindes. Esta expansión puede ampliarse con obras hidráulicas como las del Bermejo y el Pilcomayo o el saneamiento de los bajos submeridionales.

La reforestación, actividad compatible con la ganadería y la industrialización de sus producción agropecuaria pueden generar numerosos puestos de trabajo bien remunerados.

El potencial minero es enorme, pero una cultura del ambientalismo mal entendida impide su explotación como sucedió en La Rioja con los proyectos del Famatina. Jujuy, Catamarca y ahora Salta están corrigiendo esos dislates ante la oportunidad que representa el cobre en Taca Taca y el litio ante la reconversión de la industria automotriz.

Poco han hecho los gobiernos para promover ese avance. A cambio, hay registros de la propiedad que posibilitan la usurpación de tierras, rutas en pésimo estado, educación deficiente, obras de baja o nula rentabilidad social como torres de oficinas para la burocracia y sistemas impositivos arcaicos que desalientan las inversiones.

Las transferencias de recursos mediante las deformaciones de la coparticipación federal y regímenes diversos de promoción industrial no han dado los resultados esperados por añejos problemas estructurales que claman por reformas, pues los recursos no mejoran las posibilidades de los sectores más necesitados sino que financian la permanencia de las oligarquías feudales locales.

Los problemas de mano de obra escasa por el fomento a planes y pensiones de invalidez truchas de las que Chaco, Formosa y Santiago del Estero son un mal ejemplo que impide fomentar la cultura del trabajo. A ello se suma una educación marcadamente deficiente.

Los inversores del mundo saben del potencial argentino y de las provincias del norte en particular. Pero también conocen, porque lo han soportado, del incumplimiento contumaz de los contratos, las sucesivas renegociaciones de la deuda pública, el deterioro de la educación y las obras de infraestructura, los intentos de terminar con la independencia judicial, la inflación y las dificultades para pagar a los inversores los dividendos por los dislates en materia cambiaria.

Conocen las extorsiones de dirigentes sindicales que más se parecen a jefes mafiosos que a representantes gremiales de trabajadores. No ignoran las estatizaciones caprichosas y los constantes cambios en las reglas de juego.

Todos esos son obstáculos que ningún viaje de gobernadores –que en varios casos son parte del problema y responsables de la pobreza de sus provincias, aunque ellos hagan vida de millonarios– puede subsanar.

Recuperar la confianza y la moneda, respetar los derechos de propiedad y la seguridad jurídica, modernizar la legislación laboral y promover una educación de nivel son los pilares para un desarrollo que equilibre el territorio nacional para que todas sean provincias prósperas

– El Litoral