Rol de medios de comunicación en sociedades contemporáneas

Ninguna teoría o estudio de casos concretos daría base a un supuesto poder de los contenidos periodísticos sobre las conciencias de las personas.

El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, afirmaba que «hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la que son lo que son. No es tan sólo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así, y algunas veces es imposible cambiarlos». Sin duda que todo lo perteneciente a las Ciencias Sociales está sujeto a controversias y refutaciones. De todas maneras, lo que deja claro esta conclusión, en coincidencia con diversas disciplinas, es que el ser humano se va construyendo muy lentamente, es producto de toda una vida de interacciones.

Lo que piensa una persona, sus ideas, sentimientos, perspectivas y posiciones con relación a cada tema, no es el resultado de un instante. Siendo esto así, no tendría mucho fundamento atribuir al mensaje de un medio de comunicación, el que fuere, el cambiar toda la esencia de una persona. Es más, entre las teorías de la Comunicación, una recurrente en diversos autores es la llamada del «refuerzo». Afirma que las personas buscan aquellos contenidos que coinciden con sus puntos de vistas. Más que conversión de ideas, se trataría de confirmación de las propias.

Otro modo de enfoque empleado por la ciencia es ponderar cómo nos determina el entorno. Pertenecemos a diversos grupos humanos (familia, trabajo, amigos, etc.). Y según se demuestra, la mayoría actúa, opina y reacciona de acuerdo a los grupos con los cuales se siente más identificado.

El instinto gregario hace que muchos adecúen sus comportamientos para ser aceptados, o al menos no rechazados. Como resulta evidente, pensamientos y acciones humanas orbitan alrededor de cada historia, entornos, y expectativas de futuro. No resultaría, entonces, tan asequible inducir a las personas con falsos argumentos.

Uno de los grandes filósofos de la Comunicación, el canadiense Marshall McLuhan, sostenía que los medios de comunicación actúan como una extensión de nuestras capacidades. Es decir, suministrarían información para que cada cual analice y saque sus conclusiones. Y este punto es decisivo, porque no se trata de que los medios inyecten furtivamente conclusiones, sino que ponen a disposición datos y puntos de vista para que cada cual saque la suya.

El supuesto poder narcotizante de los medios es medible en un hecho histórico. Durante décadas, la Unión Soviética y todos los países bajo el régimen comunista ejercieron un control estatal y absoluto sobre todos los medios de comunicación. Fue el aparato propagandístico más enorme de la historia, por su extensión en el tiempo, en la geografía y por su pertinaz intensidad. Habrán pensado que así moldearían las mentes y crearían un clima favorable a sus doctrinas. De nada les sirvió. La casi totalidad de los países bajo esos regímenes, al desmembrarse la Unión Soviética, se convirtieron en democracias liberales y capitalistas

– Diario de Cuyo